En nuestro país en donde la desnutrición ha sido un problema ancestral, la gordura en los niños era signo de buena salud. “Esta chula de gorda” o bien el pensamiento popular de que “un niño gordito es un niño sano”, era motivo de orgullo de las madres y abuelas.
Un niño gordo se consideraba sano, feliz, bonachón y simpático, o al menos eso se creía. Al fin y al cabo que al llegar a la adolescencia darían el “estirón” y por lo tanto mejoraría su estado físico.
Aquellos niños que eran flacos, se suponía que eran niños enfermos, por lo que se les daba vitaminas, suspensiones, atoles con el fin de ponerlos gordos y sanos.
Hoy sabemos que no hay niños gordos sanos, que el sobrepeso y la obesidad son enormes problemas de salud pública, que las personas que sufren ésta enfermedad son objetos de burla y de discriminación, además que están expuestos a padecer graves enfermedades.
La mala alimentación, así como el estilo de vida sedentaria son las principales causas de la obesidad infantil.
Este tema es relevante en el ámbito de la educación, pues la obesidad es un problema, porque si no se educa a los niños para que coman adecuadamente, puede ocasionar graves problemas de salud.
Si tomamos en cuenta que la educación enseña formas de hacer y de ser, es fundamental educar a los niños en hábitos saludables.
Como pedagoga es oportuno propiciar una reflexión dentro de la sociedad, en especial sobre los padres de familia para poder llevar una vida más sana y de esta manera evitar las complicaciones que trae consigo la obesidad.
Etiquetas: Obesidad
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