José Vasconcelos


Estoy abrumado de qué hacer, pero he descubierto el secreto de no sentir el cansancio y tal como supones estoy libre de monstruos y serpientes y animado sólo por el impulso de las águilas.
J. Vasconcelos, Carta a Alfonso Reyes, Julio 27 de 1920.


José Vasconcelos Calderón filósofo, educador, político y escritor nació en Oaxaca, México, el 28 de febrero de 1882. Su infancia fue de vagabundo pues la familia cambió continuamente de residencia por el trabajo del padre. Lo que le permitió percatarse de muchos de los problemas de los indígenas mexicanos.

Curiosamente, Oaxaca, era la misma ciudad en que nació otro importante personaje de la historia de México, que con el tiempo seria militar y político destacado en México, y que ocupó por más tiempo de lo indebido la presidencia de la nación; Don Porfirio Díaz, curiosamente nadie más alejado de Vasconcelos y de su trayectoria en la vida.

En 1910, Vasconcelos se caracterizó por su oposición al positivismo y al régimen del Porfirio Díaz, impulsando una corriente crítica filosófica, política y de renovación ideológica. Con sus amigos y colaboradores Alfonso Reyes, Antonio caso y otros, trascendió el positivismo en la búsqueda de otros órdenes autónomos de la vida natural, el arte de lo humano y la región del espíritu, dando inicio a formar el Ateneo de la Juventud en 1910.

La oposición de Vasconcelos fue activa: por un lado se unió al movimiento político del maderismo y por otro al movimiento intelectual del Ateneo de la Juventud. El periodismo que practicó en los años veinte fue una escuela semanal de educación política para la generación estudiantil. Su ráfagas verbales de indignación no pretendían analizar al país: pretendían mover las conciencias.

Vasconcelos había estudiado derecho en la ciudad de México y aunque durante un tiempo ejerció actividades relacionadas con él, la filosofía fue su pasión. Fue Rector de la Universidad (a la que compuso su lema: “Por mi raza hablará el espíritu”) y Secretario de Educación Pública, quiso transmitir su pensamiento a los estudiantes del país: hacerles creer en las posibilidades de la voluntad, la energía y la educación, hacerles subir por el camino de los libros hasta la cima de lo humano. Fue eso lo que pediría a Diego Rivera en los murales que él mismo le encargó pintar y a Gabriela Mistral en las conferencias que él mismo le invitó a pronunciar.

Al frente de la Universidad Nacional y del ministerio de Institución Pública, Vasconcelos que tenía un concepto muy claro de lo que debiera ser la organización y las principales directrices de la educación nacional, se entregó con entusiasmo a perseguir dos grandes metas. El proyecto de ley, las reformas constitucionales que fundamentaran el ministerio de educación pública y el proyecto del edificio que cobijara al ministerio.

La reforma Constitucional fue aprobada y promulgada el 2º de l Julio 1921. El decreto de creación de la secretaria de Educación Pública data del 29 de Septiembre del mismo año.



Quería que la gente pensara, aprendiera, se elevara. Creía en la cultura y quería que todos llegaran a ella. Pensaba que sólo el trabajo y el saber redimen, y su obsesión fue redimir y elevar a México. Una obsesión absolutamente revolucionaria y sólo posible en un país que acababa de pasar por una revolución.

Bajo los auspicios del presidente Álvaro Obregón puso en marcha una gran empresa educativa y cultural que tenía como fin educar a nación.

En resumen podemos decir que el proyecto educativo vasconcelista tuvo tres fuentes principales:

1. La herencia de Justo Sierra, que tenía una visión de conjunto de los problemas del país y una política definida de educación y cultura, y que estableció varias estructuras que sobrevivieron a la revolución.

2. Una toma de posición contra el positivismo, cultivada en el Ateneo de la Juventud. A la clasificación comtiana de las ciencias, Vasconcelos opone un ideal, una mística, el alma y la emoción; sus ideas bergsonianas sobre el “impulso vital”, la literatura, el arte desembocan en una filosofía espiritualista. “Toda una pedagogía implica una tesis sobre el destino y no solamente una ciencia de los objetos”, escribió en De Robinson a Odiseo.

3. La reforma de la educación soviética a partir de 1918, impulsada por Lenin y Krupskaia, que él estudió durante su exilio californiano. El propósito de congruencia total desde el jardín de niños hasta la universidad, las técnicas de difusión cultural, los festivales populares, las ediciones de gran tiraje y bajo precio, la multiplicación de las bibliotecas, la sistematización de la alfabetización, la protección del patrimonio cultural tuvieron aquí su inspiración; rechazó, en cambio, el propósito de politizar la educación subordinándola totalmente a los fines del Estado.

Con estos elementos, Vasconcelos concibió una gran “cruzada educativa y cultural”, con amplia visión social e intención inclusiva. Su visión irradió en ocho direcciones:
- La creación de un ministerio federal de Educación Pública – pese a la resistencia de algunos estados celosos de su autonomía – que establecería un poder central fuerte y eficaz.
- La campaña de alfabetización, iniciada ya desde la rectoría de la Universidad, que logró enseñar a leer y escribir a 100 000 adultos y obtuvo un gran consenso y colaboración.
- La construcción de locales escolares, en escala hasta entonces desconocida.
- La formación de un nuevo tipo de maestro y su revaloración social; las misiones culturales y los maestros rurales fueron los más característicos.
- Un concepto de educación que adoptó los principios de la “escuela activa”.
- La relación de la educación con otros problemas nacionales, con fin, por ejemplo, de apoyar la reforma agraria contra el latifundio, desterrar el militarismo, castellanizar a los indígenas e “integrarlos” al desarrollo, o de incorporar a las comunidades más apartadas mediante el establecimiento de escuelas rurales, etcétera.
- Una visión de la “cultura” como factor de liberación y de dignificación de la persona, parar tender a la “civilización perfecta”. De aquí la fe en los clásicos y la revaloración del libro.
- La conciencia de nuestra identidad mestiza y la afirmación de nuestra vocación latinoamericana.
José Vasconcelos murió en la ciudad de México el 30 de junio de 1959.

Algunos datos de la conferencia impartida por Valentina Canton, el 16 de febrero de 2010.

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